¿Qué es una rabieta?
Las rabietas no son más que las ideas propias del niño enfrentadas a las de sus padres.
Este es el
componente subjetivo. Por otra parte, dependiendo de la edad del niño
fundamentalmente, expresan de forma diferente este desacuerdo y la emoción
consecuente.
Los más
pequeños, no entienden lo que pasa, se ofuscan y estallan emocionalmente. Cuando
no han desarrollado el lenguaje verbal, se expresan, bien-intencionadamente, llorando, gritando, o a través de su cuerpo,
pataleando o empujando. Estas reacciones son totalmente adaptativas para el
organismo, que se deshace de emociones negativas, al tiempo que elimina
toxinas.
Cuando tienen
capacidad para expresar verbalmente lo que les ocurre, es muy posible que no
encuentren la forma de hacerlo, entre otras cosas, porque no nos educan
generalmente para expresar nuestras necesidades, y muchas veces los adultos, bien intencionadamente, no les ofrecemos
esta oportunidad.
El legado
de nuestro sistema patriarcal y jerárquico, nos impide ofrecerles un lugar a los
niños, ejerciendo la autoridad, desde el poder y el control, no aprenden, y en
consecuencia los padres experimentan frustración, que normalmente
impulsa a incrementar el deseo de control, cayendo en una espiral de emociones
negativas y malestar personal.
Esta actitud
no reporta beneficios saludables, sustentando la educación de niños sin ideas
propias, y si las tienen, no las expresan, obedientes y con falta de energía
para alcanzar lo que quieren en la vida, ya que no han tenido demasiadas
oportunidades de practicar la toma de decisiones a lo largo de su crecimiento.
Y honestamente, creo que no es esto lo que auguran los padres para sus hijos,
en lo más profundo de su corazón.
Conforme
los niños crecen, las rabietas se pasan, pero los conflictos familiares siguen
formando parte de la convivencia. Es imposible que dos personas distintas
quieran siempre lo mismo, y de forma complementaria.
Por eso es
tan importante saber defender las ideas propias y negociar.
Hay varias
formas de aprender a tolerar las rabietas, que forman parte del
crecimiento, y por tanto, ni soñar con
eliminarlas.
A
continuación, y apoyándome en parte en el libro Ni rabietas ni
conflictos de Rosa Jové, expongo como prevenirlas, lo cual, es de gran
utilidad para la salud psicológica de los niños, y sobre todo, para la de los
padres. Ya que ayuda a disminuir el estrés que acompaña a la crianza,
prescindiendo de berrinches innecesarios.
"Más vale prevenir, que curar"
- Comprendiendo que el niño tiene sus razones aunque no las entendamos. Es complicado entenderlas, pues los niños miran el mundo desde una perspectiva muy diferente a la de los adultos.
- Permitiendo que pueda hacer de cuando en cuando lo que quiere si no es nocivo para la salud. En este sentido, los padres, es importante que os hagáis dos preguntas: ¿Este NO, sirve para proteger y educar a mi hijo? ¿A quién beneficia el no, a mi hijo, o a mi? Seguro que si no decimos NO automáticamente, podemos llegar a un acuerdo en el que las dos partes quedéis contentas.
- Intentar evitar los problemas en la medida de lo posible: Rosa Jové, pone varios ejemplos: Si usted sabe que en el supermercado su hijo va a coger una rabieta porque quiere llevarse las chucherías a casa, intente turnarse con su marido para hacer la compra. Si de camino al cole, siempre le pide chuches del quiosco, cambie la ruta…A veces nos complicamos más de lo necesario porque nos empeñamos en quedarnos en nuestro patrón habitual, “el de tota la vida”. Y si hay algo que es cierto es que todo cambia. Citando a Heráclito: No te bañarás dos veces en el mismo río. Y así mismo cambia la vida, cambian los hijos... Y flexibilizarse o ampliar conductas para adaptarse, nos permite vivir más tranquilos.
- La paciencia y la flexibilidad. Si somos conscientes de que las rabietas se pasan con la edad y de que son una oportunidad para aprender, será más fácil ser flexibles, que si creemos que nuestros hijos son malos, tienen carácter, o nos quieren fastidiar, así que es importante revisar estas creencias acerca de nuestros hijos y sus rabietas.
- Las expectativas cumplidas. Los niños, no se conocen a sí mismos, no saben cómo son, lo saben porque se lo decimos. Y acaban comportándose de tal forma.