martes, 1 de marzo de 2016

La bondad de los niños.

Hace unos años trabajé de responsable de un mini club infantil, en una gran cadena hotelera.
Cada día , era responsable de 25 niños más o menos, de entre 4 y 12 años.  Junto con dos compañeras.

No era la situación ideal, por supuesto, y dado que soy responsable, exigente y respetuosa con el contacto humano,  una ola de pesimismo y enfado me invadió por momentos las primeras semanas. Después me invadía más el estrés y la preocupación de que en un descuido indeseado, algún niño se dañara trepando o saltando desde el tobogán, que es más divertido que deslizarse,  cuando el tobogán es pequeño, y el niño casi igual de alto.

Era totalmente consciente, de que los niños no eran responsables de esta situación de tensión.
Primeramente, el espacio no estaba preparado, las necesidades  que tiene un niño de 4 años y uno de 11 son muy diferentes, y hay que adaptar el espacio y las condiciones a las diferentes etapas evolutivas, y no al revés. No deben adaptarse los niños,  a algo inadaptable! No puedo pedir que un niño de 10 años esté paradito y pintando, y estará dando patadas a un balón, porque es lo que necesita. Necesitamos un espacio más amplio, e indicarle que no dañe a los más pequeños, pero no quiero responsabilizarle. No es responsable de la falta de atención e  información que tenemos los adultos a veces.

Así, muchas veces, actuamos en ausencia de conocimiento adecuado de las necesidades infantiles, sintiéndonos  ansiosos y molestos, y en ocasiones acusando al niño: "Es que es hiperactivo" "Es que le gusta molestar" "Es que le gusta llamar la atención" " Es que es el típico rebelde"...

Es necesario observar el ambiente, observarles, y sobre todo saber, que son BUENOS.
Los hijos son buenos.

Sus hijos, son buenos, están continuamente adaptándose al entorno, que no está precisamente centrado en ellos. Vivimos en una sociedad, que se ha olvidado de ellos, y es necesario, que recordemos, que son el futuro.

Voy a citar un párrafo del libro Bésame mucho, del pediatra Carlos González, el cual me ha resultado muy útil, para darme cuenta de que los niños, son BUENOS.

"Marta está muy a gusto en la cama, un grito de su madre, la saca del precioso sueño que estaba teniendo. Jolín, que lata tener que bañarme, por la mañana hace frío, buag, este vestido no me gusta nada, piensa Marta mientras se prepara.
Hace tiempo que ya no pide la leche con más cacao, pues no hay manera de que su madre entienda que quiere que quede todo negro. Y las galleta redondas, son un rollo, mis amigas las tienen cuadradas, que son más chulis y divertidas, pero tampoco lo voy a pedir ya.
Ahora tengo que lavarme los dientes, con lo que pica la pasta, no se porque nunca o pocas veces hay pasta de fresa. jooo.
Hay que caminar hasta el cole, la mamá no quiere sacar el coche por doscientos metros. Marta se para en el escaparate de la juguetería, tirón de brazo, se para a hacer equilibrios en el bordillo, tirón de brazo,  le pega una patada a una piedra, tirón de brazo.
El cole es un rollo, no puedo reírme, no puedo hablar, no puedo levantarme, tengo que escuchar a la profesora..Hacemos muchos deberes. En el patio mi amiga Isabl, me ha dicho que Laura dice que soy tonta, me siento triste.
Otra vez guisantes para comer en el comedor! ORGGG. Y la tonta de Laura que no se quiere sentar conmigo. Habla con Isabel, para hacerme rabiar.
La vuelta a casa es animada, tirón de brazo en la panadería, tirón de brazo en la juguetería, frente al quiosco...
Hay que hacer los deberes ahora en casa, después ver un poco la tele y dejarla para cenar. Guisantes otra vez!  Jolin! Piensa Marta.
Que quieres de postre? Pregunta la madre, natillas de choco, contesta Marta.
No, antes has de comer fruta. 
No quiero contesta Marta.
La fruta es sana.
Hay plátano?
No, solo pera o manzana.
 No quiero.
Bueno toma la natilla niña."
O no! Marta se ha salido con la suya! Que niña más mala. que rebelde!
Pues no señores, Marta después de ceder durante todo el día a miles de cosas que le desagradan justamente por su condición de niña, ha decidido reivindicar su deseo y su persona, y lejos de malcriarla, lo que puede aprender es a pedir aquello que desea, y a no ser una adulta pasiva.

No se para que iba a servir tener hijos, si la gente no pudiese confiar en ellos.
Charles Dickens


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